Belleza e inteligencia: Una combinación peligrosa para los loros



Por Eliana Blanco Pérez
@eliblancop
Foto de Franklin Marquina
Periquito mastrantero (Forpus passerinus).
Foto: Franklin Marquina
 





Los loros, pericos y guacamayas que habitan en África y en nuestro continente americano, son llamados psitácidos, en alusión al nombre científico del grupo en latín, Psittacidae, que significa loro (Ramírez & López, 2007).





Foto de Jessica Alves
Indígena Pataxó de Brasil. 
Foto: Jessica Alves (@Alves_Jessica)




Por cientos de años, los psitácidos han sido utilizados como alimento, como mascotas, han empleado sus plumas como ornamento e incluidos dentro de culturas y creencias religiosas (Rodríguez-Mahecha & Hernández-Camacho, 2002). Sin embargo, actualmente, la demanda de estas especies se ha intensificado a nivel mundial. Como son atractivas aves de compañía, por su colorido, inteligencia, longevidad y capacidad de imitar la voz humana, hoy en día los loros son mascotas tan comunes como perros y gatos, lo cual se considera una de las principales causas de que cerca de un tercio de los loros del mundo estén amenazados de extinción (Pires, 2012; UICN, 2015).
 


ElianaBlancoPérez
Guacamaya roja
(Ara chloropterus)
Foto: Eliana Blanco Pérez
En Venezuela, de nuestras 47 especies de loros, al menos 17 son comúnmente comercializadas (Asmüssen, 2009; Ascanio et al., 2015) a través de una amplia red de comercio ilegal que incluye tiendas de mascotas, mercados, vendedores ambulantes e Internet, y son ofrecidos frecuentemente a precios relativamente bajos para satisfacer los mercados nacionales e internacionales (Asmüssen, 2009; Marín-Espinoza et al., 2011, Pires, 2012). El comercio de éstas especies como mascotas no solo afecta sus poblaciones al extraer los pichones, sino que, generalmente, los nidos son destruidos para facilitar el acceso a los individuos, dejándolos inútiles para próximas nidadas (Rodríguez-Ferraro & Sanz, 2007; Berkunsky et al., 2012).

 

¿Qué tan terrible es esto?

Perico cara sucia (Eupsittula pertinax).
Foto: Franklin Marquina
El problema es que la velocidad con que se reproducen la mayoría de los psitácidos es lenta. Muchos se reproducen solo una vez al año y sus intentos por anidar pueden ser fallidos. Si logran tener pichones, generalmente son entre tres y cuatro, pero no todos sobreviven. Algunos pueden tardar más de un año en reproducirse por primera vez, siempre y cuando consigan pareja y un lugar para anidar, ya que, a excepción del perico monje (Myopsitta monachus), los loros neotropicales (del Caribe, Centro y Sur América) no construyen sus propios nidos (Wright et al., 2001; Sanz & Rodríguez-Ferraro, 2006; Forshaw, 2010). Si carecen de cavidades aptas, su reproducción podría verse limitada (Waltman & Beissinger, 1992; Cornelius et al., 2008). Por lo tanto, si muchos termina siendo mascotas, posiblemente su población tarde muchos años en recuperarse (Owens & Bennett, 2000).

 
Pero muchos dicen «por mi casa hay bastantes»

La verdad es que por la mía también. Todos hemos conocido a alguien con loros como mascotas y aún podemos ver algunas especies en grandes bandadas. Sin embargo, no hay estudios científicos que nos puedan asegurar cuántos hay en nuestro país, si hay parejas suficientes, ni sabemos si ese «bastantes» sea una cifra suficiente como para que una población se mantenga estable en el tiempo. Es posible que, siendo animales longevos, en algunos casos tengamos años viendo los mismos individuos, porque algunos estudios han podido comprobar que hay poblaciones con una gran proporción de adultos no reproductivos (Sanz & Rodríguez-Ferraro, 2006).

Periquito mastrantero (Forpus passerinus). Foto de Franklin Marquina

Las consecuencias 

Aunque no está comprobado el impacto que puede tener el declive de poblaciones de psitácidos sobre los ecosistemas (Renton et al., 2015), sabemos que al ser depredadores de semillas y tener un alto consumo de flores (Galleti, 1997; Desenne, 1994) éstas aves deben tener una gran influencia en la estructura y diversidad de los bosques (Fransico et al., 2002; Villaseñor-Sánchez et al., 2010). Algunos estudios mencionan el potencial de los loros en la dispersión de semillas y la polinización, sin embargo, esto es muy difícil de comprobar (Matuzak et al., 2008; Tella et al., 2015). 
 

Guacamaya bandera (Ara macao).
Foto: Franklin Marquina
¿Qué podemos hacer? 

Los científicos seguiremos poniendo nuestro granito de arena para tratar de conocer mejor a los psitácidos de nuestro país y poder proponer y trabajar en acciones de conservación de las especies y sus hábitats. Lo que todos podemos hacer es respetar la fauna silvestre, evitando la compra y tenencia de especies de loros, lo cual es fundamental para su supervivencia en la naturaleza, ya que cada individuo tiene un rol importante dentro del ecosistema.



Existen leyes que protegen a los loros (por ejemplo la Ley de Gestión de la Diversidad Biológica), sin embargo, debemos hacer cumplirlas y no ser parte del delito que representa su compra, venta y mantenimiento en cautiverio. Debemos actuar e incitar a nuestros allegados a no tener ningún loro como mascota, ni siquiera comprarlos por lástima de verlos en malas condiciones. La venta solo incita al vendedor a buscar más y la tenencia invita a que otros los quieran en casa también.

Loro real (Amazona ochrocephala). Foto: Franklin Marquina

Si ya tienen loros en cautiverio, no es muy heroico el acto de liberarlos. No solo porque esos individuos quizás no sean capaces de sobrevivir solos, sino que no sabemos las consecuencias que puedan tener los escapes o liberaciones fuera de sus hábitats. Algunas especies como la cotorra de Kramer y el perico monje (Psittacula krameri y Myiopsitta monachus), fuera de su área de distribución original, han causado grandes pérdidas económicas y daños ecológicos, afectando cultivos e instalaciones eléctricas (Bucher, 1992). Además, son potenciales dispersores de enfermedades que pudiesen afectar a la fauna nativa (Runde et al., 2007; Menchetti & Mori, 2014).

Pericos ala marrón (Brotogeris jugularis). Foto: Franklin Marquina

Por otro lado, es importante comprender que alimentar de la mano y muy de cerca a cualquier loro silvestre, aunque sea una grata experiencia, es cebarlo. Están aprendiendo a no tenerle miedo a los humanos, lo cual facilita su captura, distribución y venta.
 
Finalmente, es más fácil hacer algo que beneficie a los psitácidos que no hacerlo. Seguiremos teniendo loros en la naturaleza solamente si no contribuimos con su comercio y tenencia y evitemos la destrucción de sus hábitats.

Guacamaya bandera (Ara macao). Foto: Franklin Marquina


Franklin Marquina. Instagram: @Franklin_Marquina


Referencias

Ascanio, D., Miranda, J., León, J. G., Marantz, C., Crease, T., Kvarnbäck, J., y otros. (23 de Julio de 2015). Species lists of birds for South American countries and territories: Venezuela. Obtenido de http://www.museum.lsu.edu/~Remsen/SACCCountryLists.htm 

Asmussen, M. 2009. Estimación del comercio ilegal de fauna silvestre a tres escalas espacio temporales: Global, Regional y Nacional. Tesis de grado para optar al Título de Magister en Ciencias, mención Ecología. Caracas.

Berkunsky, I., Ruggera, R., Aramburú, R., Reboreda, J. 2012. Principales amenazas para la conservación del Loro Hablador (Amazona aestiva) en la región Impenetrable, Argentina. Hornero, 27:1, 39-49.

Bucher, E. H. 1992. Neotropical parrots as agricultural pests. En S. R. Beissinger, & N. F. Snyder (Edits.), New world parrots in crisis. Solutions from conservation biology (págs. 201-219). Washington DC.: Smithsonian Institution Press.

Cornelius, C., Cockle, K., Politi, N., Berkunsky, I., Sandoval, L., Ojeda, V., y otros. 2008. Cavity-nesting bids in Neotropical forest: Cavities as a potentially limiting resourse. Ornitología Neotropical, 19, 253–268.

Desenne, P., & Strahl, S. 1994. Situación poblacional y jerarquización de especies para la conservación de la familia Psittacidae en Venezuela. En G. Morales, I. Novo, D. Bigio, A. Luy, & F. Rojas-Suárez (Edits.), Biología y Conservación de Psitácidos en Venezuela. págs. 231-272. Caracas, Venezuela.

Forshaw, J. 2010. Parrots of the World. New Jersy: Princeton University Press.

Francisco, M. R., de Oliveira Lunardi, V., & Galetti, M. 2002. Massive Seed Predation of Pseudobombax grandiflorum (Bombacaceae) by Parakeets Brotogeris versicolurus (Psittacidae) in a Forest Fragment in Brazil 1. Biotropica. 34: 613-615.

Galleti, M. 1997. Seasonal abundance and feeding ecology of parrots and parakeets in a lowland atlantic forest of Brazil. Ararajuba. 5:115-126.

Marín-Espinoza, G., Guevara-Vallera, S., Prieto-Arcas, A. (2011). Comercialización ilegal de aves silvestres: un caso en Venezuela. The Biologist , 9 (1), 38-52.

Matuzak, G.; Bezy, B.; Brightsmith, D. 2008. Foraging Ecology of Parrots in a modified Landscape. Seasonal trends and introduced species. Wilson Ornithology Society. 120: 353-365.

Menchetti, M., & Mori, E. 2014. Worldwide impact of allien parrots (Aves: Psittaciformes) on native biodiversity and environment: a review. Ethology, Ecology and Evolution, 26 (2-3), 172-194.

Owens, I., & Bennett, P. 2000. Ecological basis of extinction risk in birds: habitat loss versus human persecution and introduced predators. PNAS, 97, 12144–12148.

Pires, S. 2012. The illegal parrot trade: a literature review. Global Crime , 1-15.

Ramírez, O. & López, M. 2007. Etimología de las familias de aves para una identificación práctica. Zeledonia 11:1. 26-31.

Renton, K., Salinas-Melgoza, A., De Labra-Hernández, M. Á., & Parra-Martínez, S. M. 2015. Resource requirements of parrots: nest site selectivity and dietary plasticity of Psittaciformes. Journal of Ornithology. 156: 73-90.

Rodríguez-Ferraro, A., & Sanz, V. 2007. Natural history and population status of the yellow-shouldered parrot on La Blanquilla Island, Venezuela. The Wilson Journal of Ornithology. 119: 602-609.

Rodríguez-Mahecha, J. V., & Hernández-Camacho, J. I. 2002. Loros de Colombia. Bogotá, Colombia: Conservation International. Tropical Field Guies Series.

Runde, D., Pitti, W., & Foster, J. 2007. Population ecology and some potential impacts of emerging populations of exotic parrots. Managing Vertebrate Invasive Species, 8: 338-360.

Sanz, V., & Rodríguez-Ferraro, A. 2006. Reproductive parameters and reproductive of the Yellow sholdered parrot on Margarita Island, Venezuela: a long term study. The Condor, 108, 178-192.

Tella, J., Baños-Villalba, A., Hernández-Brito, D., Rojas, A., Pacífico, E., Díaz-Luque, J., y otros. 2015. Parrots as overlooked seed dispersers. Frontiers in Ecology and the Environment. 13: 338-339

Villaseñor-Sánchez, E., Dirzo, R., & Reton, K. 2010. Importance of the lilac-crowned parrot in predispersal seed predation of Astronium graveolens in a Mexican tropical dry forest. Journal of Tropical Ecology. 26: 227-236.

Waltman, J., & Beissinger, S. 1992. Breeding behavior of the Green-Rumped Parrotlet. Wilson Bulletin , 104: 65-84.

Wright, T., Toft, C., Enkerlin-Hoeflich, E., Gonzalez-Elizondo, J., Albornoz, M., Rodríguez-Ferraro, A., y otros. 2001. Nest poaching in neotropical parrots. Conservation Biology, 15: 710-720.

Comentarios